Ya existen productos fúnebres ecológicos (ataúdes de cartón, urnas biodegradables, urnas bio-solubles, ornamentación floral de proximidad). Sin embargo, no están autorizados los tratamientos post mortem verdaderamente ecológicos (el compostaje humano, la hidrólisis alcalina, el entierro verde).
En Estados Unidos y Francia se evaluó el coste del impacto ambiental del proceso o servicio funerario
La pregunta que debemos hacernos ¿debemos renunciar cuando morimos a ser consecuentes con un estilo de vida ecológico elegido en vida?.
Realmente no es lógico que una persona con sensibilidad ambiental tenga un funeral antiecológico.
A medida que nuestra sociedad incrementa su conciencia ambiental, florecen cambios de hábitos fundamentales para ser consecuentes con aquella.
En definitiva, más personas se suman a lo ecológico. Personas que adoptan hábitos más saludables para la salud propia y del planeta.
Y sin embargo, en el ámbito funerario, en el momento de despedirse de la dimensión terrenal, lo ecológico en nuestro país es mayormente circunstancial y optan por despedirse a la forma tradicional (antiecológica)
La radiografia del sector funerario en España muestra que la tasa de incineración se mantiene en alza cada año frente a inhumaciones en cementerio. Éste dato parece marcar una nueva tendencia, aunque el número de tanatorios en España se mantenga
El impacto ecológico de los ataúdes
Si tomamos como peso medio de un ataud unos 76kg
Un árbol pinus pinea de unos 25cm de diámetro tiene de media un Volumen con corteza de 0,2m3. Tomando como factor medio 1m3=0,55toneladas, cada pino albar de 25cm de diámetro que se corta en un bosque pesa unas 0,11ton=110kg
Si quitamos la corteza , restos de ramas y madera no útil para el ataud, para hacer un ataúd convencional de madera, se utilizan o talan unos 2 árboles de 25cm de diámetro.
El impacto ecológico de la tanatopraxia
La tanatopraxia como práctica de sustitución de los líquidos corporales por sustancias químicas «conservantes» (embalsamamiento) utiliza mezclas altamente tóxicas. Entre las sustancias que se inyectan al cadáver está el formaldehído (cancerígeno y mutagénico), pero el resto de ellas tienen igualmente un importante grado de toxicidad ambiental y para la salud humana.
Con la práctica del embalsamamiento se extrae el volumen de sangre y la evacuación de gases y líquidos de las cavidades torácica y abdominal con la inyección de 6 a 10 litros de formol y otros líquidos biocidas. Teniendo en cuenta que esta práctica no es obligatoria, pero que por razones de estética (según las empresas funerarias) se realiza a un 30 % de los difuntos.
Estas sustancias inyectadas acabarán en el suelo o las aguas freáticas si es inhumado. Si el difunto es incinerado entonces saldrá en forma de contaminación atmosférica con componentes tóxicos volátiles.
El impacto ecológico de la inhumación en cementerio
Actualmente, los nichos con modulares, con una dimensión unitaria de 0,80 x 2,80 x 1,15 m y un peso aproximado por módulo de 1.250 kg de hormigón armado de una resistencia de 35 N/mm2 (HA-35) y acero B5000S que incorporan en la base una caída interna del 2 % para la evacuación de fluidos tal como establece la reglamentación.
Están equipados con orificios de evacuación de líquidos y gases hacia las cámaras posteriores, donde se coloca sosa cáustica, y chimeneas dotadas con filtros de carbón activo para lograr la filtración adecuada. Evidentemente, los nichos pueden ser construidos en obra y ser históricos con otras características de fabricación.
También hay que tener en cuenta que actualmente, los cierres se realizan con paneles de poliuretano de 0,9 m2 sellado con tipo silicona (fácil de colocar y mantener), que asegura la estanqueidad de la cámara. Luego sobre ésta se coloca la losa o lápida en el material escogido, sea mármol o granito o cualquier otro según la normativa del cementerio.
El impacto ecológico del hormigón es suficientemente importante ya que a nivel mundial consume el 9 % de toda el agua de uso industrial y en torno al 5-7% de las emisiones totales de CO2 que se vierten a la atmósfera . Se calcula que por cada tonelada de hormigón que se produce se emite 0,9 tonelada de CO2 a la atmósfera
El cemento, el ingrediente clave que le da al hormigón su resistencia, se produce quemando piedra caliza en hornos a una temperatura de 1.260 °C a 1.650 °C. El proceso de combustión utiliza carbón en polvo o gas natural y consume una gran cantidad de energía y liberando dióxido de carbono (CO2) de la combustión.
Sin embargo, y a modo de dato básico, nos limitaremos a valorar la huella ecológica del modulo de un nicho de hormigón de acuerdo con los cálculos para este material . Un nicho emplea alrededor de 1.250 kg de hormigón, y el factor de emisión por tonelada de hormigón es de unos 900 kg de CO2 a la atmósfera . Por tanto, por cada nicho se emiten 1.125 kg de CO2, pero dado que se estima que la vida media de este material sería de unos 80 años, en realidad las emisiones anuales por nicho serían de 112,5 kg de CO2.
El impacto ecológico de la cremación
El impacto de la cremación está condicionado sobre todo, en un 57 %, por el consumo de gas, aunque la cantidad varía según la tecnología del horno, se estima que de media un horno crematorio convencional consume, unos 50 m3 de gas natural por cada cremación
El impacto ecológico de la ceremonia funeraria
Para valorar el impacto ambiental nos quedaremos en el uso del tanatorio, aunque la ornamentación floral y la urna (en el caso de escoger materiales no biodegradables (metal, madera, vidrio, cerámica) también tendrían su pequeña huella ecológica.
Una sala típica para velatorio emplea de media en iluminación una potencia de entre 500 y 1.500 W. Las cámaras refrigeradas para exponer el ataúd trabajan a temperaturas de conservación de entre 2 y 6 ºC. Las temperaturas recomendadas para las salas de preparación del difunto son de entre 15 y 18 ºC y consumen entre 1.800 y 2.000 Wh.
Los tanatorios, como equipamientos de acceso público, disponen de sistemas de climatización independientes de los sistemas de refrigeración para la exposición y preparación del difunto.
Si tenemos en cuenta que la vela en tanatorio, habitualmente es de una jornada de unas 10 o 15 horas, más la ceremonia y preparación del cadáver, otros 60 minutos, se estima una media de unos 50 kWh de electricidad por servicio funerario (entre refrigeración e iluminación de la sala de vela).
No contemplamos en el cálculo los consumos energéticos generales proporcionales de todo el conjunto del tanatorio (dado que cada edificio es particular) en climatización, iluminación y otros servicios básicos del equipamiento, ni tampoco los desplazamientos de los difuntos en limusina fúnebre.
De acuerdo con la huella ecológica del conjunto eléctrico cada servicio funerario en tanatorio sumaría unos 9,5 kg de CO2 (es por ejemplo la huella de carbono que deja un viaje en tren entre Barcelona y Valencia).
Son números aproximados, pero nos da idea del impacto medioambiental que tienen los funerales tradicionales actuales
Para reducir la huella de carbono Recordarmiárbol.com marca una nueva tendencia a las ceremonias funerarias y se prevee un aumento en ésta nueva dirección en los próximos años, a la hora de celebrar una ceremonia funeraria
Si la conciencia medioambiental cada vez es más importante en nuestra vida, también comienza a serlo cuando nuestra existencia terrenal toca a su fin. Que las cenizas se conviertan en un árbol o dar la posibilidad de hacer un funeral ecológico son algunas de las opciones que están comenzando a llegar a España.